
“Porque muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas”.
Deuteronomio 30:14

Es fácil hacer un trabajo si se hace de corazón. David dijo: “El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón” (Salmos 40:8). Estas son las palabras de alguien que tuvo buenas experiencias con Dios. La Palabra de Dios tiene que convertirse en algo primordial para nosotros. Cuanto más nos ocupemos en la Escritura, tanto más la amaremos. Jeremías expresa que tendrá hambre de ella: “Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre mí, oh Jehová Dios de los ejércitos” (Jeremías 15:16), y David dice: “¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca” (Salmos 119:103). También en su vida será portadora de verdad, fortaleza, consuelo y gozo. Los multimillonarios son pobres si viven una vida sin considerar la Palabra de Dios. Muchos mártires prefirieron morir que soltarse de ella. Los bienes terrenales están sujetos a la inflación, pero Jesús dice en cuanto a la Palabra de Dios que “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Mateo 24:35). Y: “Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida” (Juan 6:63). Haga como María: “Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón” (Lucas 2:19). Lea la Biblia con corazón humilde y agradecido, así Dios se volverá amado y preciado para usted. David oraba: “Esté tu mano pronta para socorrerme, porque tus mandamientos he escogido. He deseado tu salvación, oh Jehová, y tu ley es mi delicia. Viva mi alma y te alabe, y tus juicios me ayuden” (Salmos 119:173-175). ¿Es esa también su oración?
Por Burkhard Vetsch