
“Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”.
Juan 15:5

Mediante la siguiente imagen queremos contemplar el significado de esta tremenda Palabra para el día a día. Imaginémonos la cifra cero. Un cero no es nada, y precisamente eso mismo somos también nosotros sin Jesucristo. En el Salmo 14:3 leemos: “Todos se desviaron, a una se han corrompido; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno”. ¡Por más que la cifra cero se infle, sigue siendo un cero! Pero entonces llega Cristo a nuestra vida y anhela ser el número uno, Él quiere ocupar el primer puesto en nuestra vida. Y allí está la cifra cero. Hay dos posibilidades: nos podemos colocar delante de Jesús –la cifra uno–, ¿y cuál es el resultado? La combinación de números 01; o sea, algo que no tiene ningún valor. De esta manera Jesucristo es dejado totalmente a un lado y nuestra vida, desde el punto de vista espiritual, no tiene ningún valor. Pero también podemos hacer otra cosa. Nos podemos colocar detrás de Jesús, detrás de la cifra uno. ¿Qué sucede entonces? Pues surge un valor, el valor numérico 10, y este es muy distinto de la insignificante combinación numérica 01. Pero por favor comprendamos bien: esto solo ocurre si le permitimos a Jesús ser el número uno. Nuestra vida entonces será ricamente bendecida y fructífera. Querido lector, querida lectora, volvamos hoy a ocupar nuestro lugar detrás de Jesús. Coloquémonos como cero detrás del Señor, el uno, y de esta manera nuestra vida, desde el punto de vista espiritual, se volverá valiosa y rica. Entonces realmente seremos cristianos a través de los cuales Jesús pueda obrar.
Por Marcel Malgo