“Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume”. Juan 12:3
Lázaro, Marta y María recibieron la visita de Jesús. Debido al milagro que Jesús había hecho con Lázaro, le quisieron preparar una comida. Estas tres personas nos representan tres peldaños de la comunión con el Señor. Los tres conocían a Jesús, pero la distancia entre uno y otro con el Señor era distinta. Lázaro estaba sentado con Jesús a la mesa. Él, al igual que otros, estaba allí disfrutando de la presencia del Señor – como consumidor de su bendición. Sobre este peldaño hay en la actualidad muchos cristianos. Quieren experimentar la bendición y los milagros, sin embargo, no muestran ningún tipo de crecimiento en la fe. Marta no era consumidora como su hermano, era activa para el Señor. Pero se molestó con el comportamiento de María, quien no le estaba ayudando en los preparativos de la cocina, sino que permaneció sentada a los pies de Jesús. Empero, Jesús le advirtió a Marta que no olvidara lo más importante: escuchar la Palabra de Dios. María, sentada a sus pies, lo escuchaba. Ella estaba consciente de que el Señor estaba allí para servirle. Y esta oportunidad de comunión con Él no se la quiso perder por ningún motivo. Jesús dijo, en cuanto a ella, que había escogido la mejor parte. María también se volvió activa, tocada por las palabras de Jesús. A través del ungimiento de Jesús, demostró su profundo amor hacia Él. Su amor fue tan grande que dio por Él lo mejor que tenía, una libra de perfume de nardo, y toda la casa se llenó de aquel exquisito perfume. Este hecho de María, al cual al principio nadie sabía bien cómo calificar, aún nos quiere hablar hoy día. Dejemos que la Palabra de Jesús nos alimente, y démosle a Él lo mejor de nosotros mismos.
Por: Markus Steiger.