“Él les dijo: Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco. Porque eran muchos los que iban y venían, de manera que ni aun tenían tiempo para comer”. Marcos 6:31
Esta Palabra no es un cheque en blanco para unas lujosas vacaciones o para, en lo posible, jubilarse temprano. Para Jesús y sus discípulos este descanso se hizo algo sumamente necesario porque trabajaban muy intensamente – recordemos también los agotadores viajes. Su servicio de completa entrega a Dios y a la gente era muy intenso. Jesús sabe que, a la larga, nadie puede obrar para Dios si no se toma un tiempo especial de quietud e introspección para así poder llegar a descansar no solo física sino también espiritualmente. Cuenta una historia que Antonius, quien vivía en medio de su comunidad de monjes en los límites septentrionales del desierto de Egipto, cierta vez reunió a los monjes para una distendida confraternidad. Un cazador que iba de camino exclamó: –Ahí están de nuevo, el típico monje parado ahí, holgazaneando y sin trabajar. –Antonius lo exhortó a tensar su arco. El cazador lo hizo. –¡Eso es muy poco! –expresó Antonius–, ténselo más. –El cazador atendió a la segunda y la tercera exhortación. Ya después se negó a tensar otra vez más su arco y dijo: –Si sigo tensando, la tensión será tanta que el arco terminará por quebrarse. –Lo mismo sucede también con el hombre–, dijo Antonius–, si tensa sus fuerzas en demasía, se quiebra. Se tiene que distender para poder volver a ser tensado.
Cuando Jesús dice: “Descansad un poco”, no se trata de bajar los brazos y holgazanear. Es muy importante encontrar el equilibrio correcto entre actividad entregada y descanso espiritual entregado. La mejor manera de encontrarlo es vivir con y muy cerca de Jesús.
Por: Norbert Lieth.