“Así también es la resurrección de los muertos (…) Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder”.
1 Corintios 15:42-43
Este pasaje trata acerca del cuerpo de la resurrección. Pablo compara este acontecimiento con ejemplos de la naturaleza, los cuales nos resultan conocidos. ¿A qué nos recuerda cuando las plantas y las hojas comienzan a marchitarse en el otoño? Muchas personas mayores piensan con nostalgia en sus años pasados, años de fortaleza, salud y hermosura, tiempos de actividad y cambio, tiempos en que los hijos aún eran niños, etc. Como verdaderos cristianos, no deberíamos ser ni pesimistas ni optimistas, sino realistas. En la Biblia, y también en la iglesia, escuchamos mucho sobre la muerte, el pecado y las cosas efímeras. Desde el comienzo sabemos que aquí solo estamos como peregrinos. ¿Alguna vez plantó las semillas de alguna flor? Si nuestra experiencia no nos dictara que de las mismas surgirían hermosos girasoles, petunias o pensamientos, sencillamente no creeríamos en ese resultado. Tanto con el diminuto polvo de la semilla de la orquídea, como con la semilla del coco, que es la semilla más grande del mundo, se produce el mismo proceso. Cada vez que comienzan a germinar pequeñas raíces blancas y verdes tallos, se produce un verdadero milagro. Muchas veces, la edad solo nos acarrea debilidad, necesidad de cuidado y soledad. No obstante, al igual que en una semilla, la vida en Dios está escondida en nosotros (Colosenses 3:3). Lo más hermoso está por venir: la perpetuidad, vida eterna en la gloria y el poder celestial. Él, Jesús, quien nos guía aun en la vejez, nos garantiza en su Palabra que nos ha trasladado de la muerte a la vida.
Por Reinhold Federolf