12 de Agosto 

En muchas iglesias el regreso del Señor Jesús es casi un tabú. A menudo, las personas creen que quienes tienen esa esperanza forman parte de un grupo místico o sectario, el cual promueve esperar sobre un monte, vestidos de blanco, el fin del mundo. Aun la conocida declaración de 2 Timoteo 4:1 les resulta vaga y lejana. Sin embargo, la venida del Señor es un tema muy importante en la Biblia. Si unimos las declaraciones como si fueran las piezas de un rompecabezas, leemos en Zacarías, por ejemplo, que el Mesías prometido vendrá en humildad, montado sobre un asno. Isaías describe al Cordero de Dios como un siervo moribundo y sufrido. En Daniel viene en gran poder y gloria sobre las nubes del cielo. Para nosotros es sencillo hablar hoy día sobre las dos venidas de Jesucristo. No obstante, también en el Nuevo Testamento nos encontramos con el mismo problema que tuvieron los profetas de antaño: por un lado, aparecerá para llevar consigo a su Iglesia (todos los cristianos renacidos) en el arrebatamiento, y, por otro lado, aparecerá para la reedificación de su reino sobre el Monte de los Olivos. La esperanza del repentino arrebatamiento fue y sigue siendo una característica de la Esposa, pues “el Espíritu y la Esposa dicen: Ven”. Nosotros somos la generación que testifica el surgimiento de las señales del fin y el establecimiento de la escena apocalíptica mundial y global para la gran venida en Su gloria. ¡Cuán cercano debe estar el arrebatamiento, ya que se llevará a cabo antes del fin! “Sí, ven, Señor Jesús”. 

Por Reinhold Federolf