“Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia; porque mi ira se apartó de ellos”.
Oseas 14:4
Vemos aquí el tremendo amor de Dios por su pueblo. A través de Oseas Él lo llama: “volved a Jehová…” (v. 2). Si miramos con mayor atención la historia de Israel, encontramos dos posturas: entrega o alejamiento. Si estaban en necesidad, buscaban a Dios, quien les ayudaba. Pero si todo estaba bien y tenían paz con sus enemigos, le daban la espalda. Pero en su gran paciencia y misericordia, Él nunca los abandonó. Dios se ocupa de su pueblo como un esposo de su esposa. Dios es santo, y por eso cuando sus hijos pecan se aíra. Él no pasó por alto la falta de Israel y llamó al pecado por su nombre. Él esperaba su arrepentimiento y conversión, y si se inclinaban ante Él, Dios los sanaba, de manera que se volvía a restablecer la base de la confianza. Dios ama al pecador y quita la ira si alguien se convierte a Él. No necesitamos llevarle sacrificio para reconciliarnos con Él. Dios mismo trajo este sacrificio enviando a su único Hijo a esta tierra. El ofrecimiento del perdón es para todos. En Jesús somos sanados del pecado, somos amados por Dios y su ira se aplaca. Si usted aún no ha aceptado este divino ofrecimiento de amor, puede hacerlo hoy mismo. También a usted Dios le dice: “volved a Jehová…”. Si lo hace, dice la Biblia que: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17). Si usted ya se apropió de este ofrecimiento de Dios, permita que Dios lo pueda utilizar para liberar a otras personas de la pesada carga de sus pecados, llevando usted una vida digna y ejemplar como aquel nuevo hombre en Cristo que ya es.
Por Markus Steiger