“Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos”.
1 Crónicas 29:11
Jesucristo no solo es alguien que alumbra, sino que es la luz; no solo es un indicador del camino, sino que es el camino; no solo es alguien veraz, sino que es la verdad. Jesús no solo es alguien vivo, él es la vida. Jesucristo es el principio, el fin y al mismo tiempo el centro. Él es el origen, sostén y fin de toda creación. Es Señor de señores y Rey de reyes. Y cuando todos los grandes de este mundo hayan pasado y su fama se haya desvanecido, Jesús aún triunfará y reinará. “Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos”. Sin Jesús el mundo no encuentra soporte y la vida no tiene sentido. Jesús es la clave para el pasado, el presente y el futuro. Quien en la búsqueda del sentido de la vida lo excluya, utiliza llaves equivocadas para lograr el acceso. El sol es el centro de rotación y el punto crucial de nuestro sistema solar, y sin él no habría vida sobre esta tierra. Pero Jesús aún es mayor. La Biblia dice de Él que: “Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten” (Colosenses 1:16-17). Si Cristo se apartara solo por un instante de este mundo, toda vida desaparecería. Cuanto más importa esto para la vida espiritual. Sólo Él perdona pecados y da vida eterna.
Por Norbert Lieth