“Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección”.
2 Pedro 1:10
Ser cristiano en la actualidad es una de las mayores pruebas al libre albedrío del hombre. Ninguna otra decisión lleva consecuencias tan grandes como el decirle sí a Dios, sí a Jesús. Esta expresión voluntaria es necesaria a diario. O como lo dice Pedro: Debemos procurar afirmar la posición que tenemos delante de Dios. Muchos cristianos se comportan justamente de la manera contraria. No cuestionan: “¿Cuánto me puedo alejar del mundo para estar lo más cerca posible de Dios?”, sino “¿Qué tan lejos puedo ir con el mundo y aun así estar cerca de Dios?”. Esta postura opuesta está muy arraigada en la naturaleza humana. Muchos de los que tuvieron un buen inicio con Jesús, quedan varados en esta contradicción. Y como ya no tienen un contacto real con el Señor, otro toma el mando de sus vidas. Se convierten en prisioneros. Pero de la misma manera como un hijo nunca deja de ser hijo de sus padres, así también ocurre en el área espiritual. Pues por medio del nuevo nacimiento una persona se convierte en un hijo del Padre celestial, del Dios vivo. Pero si no vivimos constantemente en Su presencia, la influencia y la bendición del Todopoderoso decrecerán. Examinemos seriamente quién tiene el mando en nuestra vida, quién está a nuestro lado, a la voluntad de quién nos sujetamos. ¿En qué situación nos encontraría Jesús si su venida para arrebatar a la Iglesia tuviera lugar hoy mismo? La exhortación es seria: “tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección”. No haga nada que no haría en la presencia de Jesús, no vaya a lugares de los cuales, a su regreso, quisiera ocultarse de Su mirada.
Por Peter Malgo