“Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?”.
Jeremías 17:9
Lamentablemente, todos debemos afirmar que a menudo estamos desanimados. ¿Pero cómo se entiende esta aseveración de que nuestro corazón es engañoso? Pues si la Biblia lo dice, es así, y con ello no se refiere a otra cosa que a nuestra detestable voluntad propia, nuestra desgraciada naturaleza de Adán. Y así es nuestro corazón: como es el asiento de nuestra voluntad, también es el sitio donde nace la profunda rebelión contra Dios, y mientras existan hombres, existirá esta malvada voluntad propia en el corazón humano. Quisiera formular una pregunta muy personal: ¿Cómo se encuentra nuestro corazón, se rebela tal vez contra Dios queriendo ir por sus propios caminos? Si es así, hoy mismo, en este instante, es necesario que haga un cambio radical. ¿Pero cuál es el camino para cambiar nuestro corazón, de manera que de hecho realmente se sujete a la voluntad del Señor? En 2 Crónicas 16:9 encontramos una clara respuesta a esta cuestión: “Porque los ojos del Señor recorren toda la tierra para fortalecer a aquellos cuyo corazón es completamente suyo” (LBLA). Cambiamos, pues, nuestro corazón al orientarlo, no en parte, sino completamente hacia el Señor. Es el único camino a través del cual nuestra voluntad propia fatal y dura se sujete a la voluntad del Padre celestial. Queridos lectores, ¿conocemos nuestro corazón? La carta a los hebreos dice en el capítulo 3:12: “Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo”. Orientemos nuestro corazón por completo hacia nuestro Señor, pues así Él nos fortalecerá en todo momento.
Por Marcel Malgo