“Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor; pero quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros”.
Filipenses 1:23-24
¡Claro que sería más hermoso estar en la gloria con el Señor! ¿Quién no desearía eso? Especialmente deseamos esto cuando estamos sufriendo. Hay personas que hace años están atadas a una silla de ruedas, y otros que sufren muchos dolores a diario. ¿No es entendible su deseo de partir? Pero no depende de nuestro propio deseo, sino de lo que Dios quiere de nosotros. La medida no sería lo que yo pienso y planifico, sino lo que Dios piensa y planifica. El Señor nos quiere usar en este mundo. Por ejemplo, aquí tenemos una tarea: si tengo una cierta enfermedad, puedo ser de bendición a otros que quizá estén en una situación igual o parecida, pero que no conocen a Jesús. Así que, el no claudicar en esta vida, sino más bien soportarla según la voluntad de Cristo, sirve para ser un testimonio creíble a otros. Cada uno de nosotros tiene una tarea sobre este mundo, la cual debemos cumplir. Dios quiere ser glorificado por medio nuestro. Por medio nuestro, el evangelio tiene que ser llevado a todo el mundo, y nosotros podemos ayudar a que las personas encuentren a Jesús para ser salvas. Por lo tanto, aprovechemos nuestro tiempo aquí en la tierra para glorificarlo a Él. Nos podemos alegrar de la gloria venidera, sin duda, pero de igual forma nos podemos alegrar por cada día en el que podemos servir a nuestro Señor, tanto en tiempos de bonanza como en tiempos de dificultad. Que podamos decir como el salmista: “¡Bendito sea el Señor, nuestro Dios y Salvador, que día tras día lleva nuestras cargas!” (Salmo 68:19, DHH).
Por Thomas Lieth