“Prepárate para venir al encuentro de tu Dios, oh Israel”.
Amós 4:12
Estas palabras no son solo para Israel y la Iglesia de Jesucristo. Son para todos. Todas las personas tendrán que presentarse delante de Dios, ya sea en el juicio o en la gracia, porque está establecido: “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo” (2 Corintios 5:10). Por eso no está bien decir: “Con la muerte se acabó todo” o “Dios es amor y no puede condenar a las personas”. Todas las personas darán cuenta a Dios. No hay ninguna escapatoria. El corazón del faraón se endureció porque rechazó la fe. Acán y Giezi escondieron en vano los bienes que habían adquirido ilegalmente; Belsasar quiso olvidarse de Dios y de su propio pecado, y el rey David quiso ocultar su adulterio con Betsabé. Algunos piensan que las buenas obras o el honor de las personas son suficientes para poder permanecer delante de Dios. ¡Qué gran error! El llamado divino de encontrarle a Él es un llamado de gracia, una invitación a la conversión. Es un llamado al salvador, no al juez. Es un llamado de aquel que ya pagó la culpa de los pecadores en la cruz del Gólgota. “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8). Usted todavía tiene la oportunidad de tener un encuentro con el Dios de la gracia. Hágalo ahora, ya que mañana puede ser demasiado tarde. El encuentro con Él se logra mediante la confesión de nuestra culpa (1 Juan 1:9), por el arrepentimiento delante de Dios (Mateo 3:8-10), por el creer en la obra salvadora y redentora del Gólgota (Isaías 53:4-6) y por el nuevo nacimiento (Juan 3:5). Esa es la única salida de la perdición. Por eso: ¡Venga, Jesús lo está llamando ahora!
Por Walter Dürr