“Porque la palabra de la cruz…”.
1 Corintios 1:18
Portugueses y españoles estamparon su sello sobre los países de Latinoamérica. Trajeron también su religión católico-romana. En todos lados se nos recuerda esto. La Santa Patrona de Brasil es la llamada “Madre de Dios”, la que es venerada por muchos sectores de la población. Son innumerables las figuras de María y de los Santos. En cada pueblo, la calle principal lleva directamente a la iglesia, la cual se ubica en el centro, y en cada campanario hay una cruz. En todos lados se pueden ver crucifijos de diferentes tamaños y materiales. Más allá de esto, la cruz también se ha convertido en una joya popular y se usa como amuleto en muchos autos. De todas formas, este pasaje bíblico no se refiere a las reliquias que deben ser veneradas o a los innumerables crucifijos, los símbolos cristianos o las joyas, sino a la palabra de la cruz, al mensaje del Señor crucificado y resucitado. El apóstol Pablo no anunció otra cosa en Corinto, porque solo esta palabra de la cruz es la que salva y forma nuevas personas. Esto no lo pueden lograr las cruces visibles ni los artículos religiosos auxiliares. No se trata de los vestigios del paganismo como expresión de religiosidad popular. No, se trata de la fe en la palabra de la cruz, en que el hombre pecador puede descargar toda su culpa delante del Crucificado y obtener el perdón completo en cuanto acepta personalmente la promesa de esta palabra: “Tus pecados te han sido perdonados, ¡pues también por ti murió el Salvador en la cruz!”. Esta palabra de la cruz es el fundamento de la seguridad de salvación. Gracias, Señor, por habernos revelado la palabra de la cruz.
Por Dieter Steiger