“¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?”. Hebreos 2:3
Ni la Biblia ni Dios mismo dan una respuesta a esta pregunta. Quien rechaza el ofrecimiento de salvación en Jesucristo está perdido y entregado al juicio de Dios. Él se lamenta al decir: “Extendí mi mano todo el día a pueblo rebelde, el cual anda por camino no bueno, en pos de sus pensamientos” (Isaías 65:2). Dios quiere la salvación de todas las personas. Para ello entregó a su único Hijo. Jesús mismo dijo: “Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas” (Juan 12:46). ¿Quién quiere aceptar este ofrecimiento de salvación? Aquel que decide ir en contra de Jesús, caerá bajo el juicio de Dios y se perderá para siempre. El juicio, el infierno y la perdición no son solo definiciones abstractas. No hay escapatoria del Juez Justo. “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él”, dice Jesús en Juan 3:36. En Él encontramos salvación. Apropiémonos de la gracia ofrecida por medio de Jesús. “No os engañéis; Dios no puede ser burlado; pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna” (Gálatas 6:7-8). El amor de Jesús es indescriptiblemente inmenso y nos quiere captar. La situación no es desesperanzada para todos aquellos que, como el hijo pródigo, retornan y se recuestan sobre el pecho del padre, aceptando la salvación en Jesucristo. “Y al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37). ¡Todavía es tiempo de gracia!
Por Burkhard Vetsch