“Hemos hallado al Mesías (que traducido es, el Cristo)”.
Juan 1:41
Con estas palabras, Andrés confrontó a su hermano Simón con el evangelio, trayéndolo a Jesús. En ese entonces, no era algo común ni menospreciable el decirle a alguien: “Hallamos al Mesías, el Cristo”, sobre todo cuando el término “Mesías” expresaba para los judíos toda la esperanza de la salvación, centrada en el salvador que iba a ser enviado por Dios. Pero precisamente esto era lo que Andrés le transmitía a Pedro: “Encontramos al ungido; no a uno cualquiera, como sucedía en el antiguo pacto, donde un sacerdote ungido absolvía a otro, sino El ungido, ¡Jesucristo!”. Podrían suceder cosas poderosas si nombráramos más a menudo y en forma más directa al Señor Jesús. ¡Cuánto más sería coronado nuestro testimonio con poder si pusiéramos este precioso nombre en nuestra boca, sin dar tantas vueltas! ¿No es cierto que hablamos de Dios con bastante soltura, pero nombrar a Jesús nos resulta más difícil? Tal vez por eso aquel Simón –terco por naturaleza– siguió decididamente a Jesús, porque las palabras de su hermano Andrés actuaron como un mazazo. El evangelizar y transmitir con convicción la palabra de Dios en su sentido positivo, no es otra cosa que llamar por su nombre al mejor y más importante, que es precisamente el nombre de Jesucristo. En los comienzos del cristianismo se evangelizaba solo de esta manera; únicamente así era divulgada la palabra de vida, y fue así como Andrés ganó a su hermano Simón para Cristo. “Hemos hallado al Mesías (que traducido es, el Cristo)”; con estas palabras fue traído a Jesús un rudo pescador. ¿No debería ser esto posible aún hoy?
Por Marcel Malgo
2 Comments
GRACIAS por TODO SR. JESÚS AMADO!!
Mi vida cambió «desde qué JESÚS, llegó a mi corazón «…..AMÉN Y AMÉN!
Dios le Bendiga!!!