“Mira bien el campo que sieguen, y síguelas (a las criadas). (…) Y cuando tengas sed, vé a las vasijas, y bebe del agua que sacan los criados”.
Rut 2:9
El libro de Rut está colmado de imágenes que hacen alusión a acontecimientos neotestamentarios. Una de esas imágenes es la de los criados en los campos de Booz, en la cual nos podemos reconocer como siervos en el campo de nuestro Señor Jesús. Una persona en busca de pan para su alma hambrienta se dirige al campo correcto, la iglesia de Cristo. Allí los siervos están trabajando, esos somos usted y yo. Nuestro deber es el de contactar a estas personas con el Señor Jesús. Tan amorosamente como Booz entabló contacto con Rut, también Jesús entabla contacto con aquel que le busca. ¡Con cuánto amor se vuelve Jesús al alma sedienta! Pero ahora el Señor nos involucra a nosotros en esta responsabilidad: “¡Mira dónde están trabajando mis obreros! ¡Sigue su ejemplo!”. Si una persona nos mira y sigue nuestras pisadas, ¿hasta dónde llegará? ¿A la compañía de Jesús? Esta persona aún no lo conoce. ¿Cómo podría seguirlo? Hasta cierto grado, es natural y saludable que alguien nos siga en primer término a nosotros hasta que aprenda a seguir a Cristo. ¿Pero cuál será su fin si somos ciegos guías de ciegos? Y si un alma sedienta viene a nosotros, ¿somos de aquellos siervos de Jesús capaces de sacar agua de vida de aquel pozo inagotable de la Palabra de Dios? ¿De qué espíritu damos de beber a aquel que se nos acerca? ¿Del Espíritu Santo de Dios? ¡Este puede transformar nuestra vida en un manantial de agua viva! Jesús se agrada de enviarnos personas. ¿Somos los destinatarios correctos?
Por Stefan Hinnenthal