“La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros”.
Colosenses 3:16
El apóstol Pablo escribió estas palabras a la iglesia de Colosas durante su primer encarcelamiento en Roma. Esta iglesia corría peligro de abrirle la puerta a una peligrosa filosofía, la así denominada gnosis. Esta falsa doctrina le quería dar un lugar a Cristo que le era totalmente inapropiado a su divinidad. Tenía en poco la exclusividad y la plenitud de su obra redentora. Afirmaba que entre el Dios santo y este mundo habría una cantidad de seres, ángeles, etc., que formaban un puente, y que Cristo también era uno de estos seres. El gnosticismo acarreó consigo la adoración a los ángeles y un falso ascetismo. El apóstol Pablo le objetaba a esta gente diciendo que en Cristo habita la plenitud de la divinidad y que todos los tesoros de la sabiduría y el conocimiento están alojados en Él. A nosotros también nos sirve el consejo de dejar morar abundantemente la Palabra de Dios entre nosotros. En abundancia no significa “un poco” o “apenas medible”, en abundancia significa dejar que el hombre interior quede satisfecho. Él calma el hambre de mi alma y me lleva a diario hasta las aguas frescas. Eso es lo que sucede cuando dejamos morar en abundancia la Palabra de Dios dentro de nosotros. Ella ha de colmar y guiar nuestro corazón de noche y de día. Por eso también le ruego, querido lector: “Venga a Jesucristo. Él tampoco lo defraudará a usted”. Josué, el gran caudillo israelita, testificó al final de su vida: “Y he aquí que yo estoy para entrar hoy por el camino de toda la tierra; reconoced, pues, con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma, que no ha faltado una palabra de todas las buenas palabras que Jehová vuestro Dios había dicho de vosotros; todas os han acontecido, no ha faltado ninguna de ellas” (Josué 23:14).
Por Walter Dürr