“Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”.
2 Corintios 10:4-5
Estas armas a las que se refiere Pablo son las armas espirituales. Con estas armas que el Señor pone a nuestra disposición podemos vencer todo aquello que se levanta contra el conocimiento de Dios: todos los altaneros pensamientos filosóficos, pero también todos los pensamientos temerosos o incluso malos. ¿Cómo? Llevando cautivo todo a la obediencia a Cristo. Dicho con otras palabras: decidiéndonos a favor de Cristo y en contra del enemigo que nos quiere destruir. ¿De dónde vienen nuestros pensamientos? Jesús dice: “Porque del corazón salen los malos pensamientos” (Mateo 15:19). ¡Allí tienen que ponerse las cosas en orden! Somos responsables de nuestros pensamientos. Jesús le preguntó a sus discípulos: “¿Por qué estáis turbados, y vienen a vuestro corazón estos pensamientos?” (Lucas 24:38). Si asumo la responsabilidad por mis pensamientos pecaminosos y los descargo ante la cruz de Jesús, Él hace con ellos lo mismo que con todos los pecados: los perdona. Para muchos, la Biblia es un libro difícil de entender. Pero eso no nos debe detener de leer diligentemente la Palabra de Dios y aprender a meditar en los pensamientos de Dios. Solo así los aprenderemos cada vez mejor. David testificó: “¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos!” (Salmos 139:17). A veces, para comprender mejor, puede ser útil leer la misma porción en otra versión. Más importante, sin embargo, es que sujetemos nuestros propios pensamientos a la obediencia a Cristo, pues entonces Él mismo nos explicará sus pensamientos.
Por Eberhard Hanisch