“…gozosos en la esperanza”.
Romanos 12:12
¿Quién de nosotros no quisiera ser un cristiano gozoso? Cada hijo de Dios puede comenzar este nuevo día teniendo presente nuestra bendita esperanza y con los ojos puestos en el futuro, es decir, en Jesús, el autor y consumador de la fe. “Gozaos en la esperanza” de que Dios cumple sus promesas. El fundamento seguro de nuestra esperanza lo tenemos por escrito: “…las cosas que se escribieron antes…” (Romanos 15:4); y también la coronación de la redención: “…la resurrección de Jesucristo de los muertos…” (1 Pedro 1:3). El Señor Jesús garantizó: “…era necesario que se cumpliese todo” (Lucas 24:44). Debemos resistir pacientemente y mantenernos firmes hasta la gloriosa meta. ¿En qué consiste nuestra esperanza? ¡En estar con el Señor! Juntamente con la gran creación anhelamos la redención de nuestro débil cuerpo, el cual será transformado en el arrebatamiento. Primero, resucitarán quienes durmieron en Cristo, aquellos que nos precedieron. Nuestra ciudadanía ya desde ahora está en el cielo y en el futuro estaremos con el Señor eternamente. Alégrese, por lo tanto, por la futura mudanza hacia la ciudad celestial, la nueva Jerusalén, cuyo centro es la sagrada Trinidad. Allí a los vencedores les espera una corona y a la Iglesia en general las “bodas del Cordero”, la eterna unión de Cristo con Su Iglesia. Que esta gloria futura colme nuestros corazones de gozo y esperanza. ¿Qué son las esperanzas de este mundo comparadas con esta esperanza tan gloriosa? El impío sufrirá la ruina. El cumplimiento de nuestra esperanza, sin embargo, la garantiza el Señor mismo: “He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona” (Apocalipsis 3:11).
Por Dieter Steiger