“En el año primero del rey Ciro, el mismo rey Ciro dio orden acerca de la casa de Dios, la cual estaba en Jerusalén, para que fuese la casa reedificada…”.
Esdras 6:3
La construcción del Templo bajo la dirección de Esdras y Nehemías fue un asunto muy discutido. Muchos enemigos se levantaron para impedir que esta maravillosa obra se concretara. Y por poco parecía que la reconstrucción quedaría paralizada, hasta que finalmente el rey Ciro dio la orden de continuarla. De esta manera, cualquier discusión repentinamente llegó a su fin. Todos los argumentos en contra de la edificación de la casa de Dios en Jerusalén caducaron. Esta tremenda realidad nos recuerda dos maravillosas palabras: “¡Escrito está!” (Mateo 4:4). Sí, este mandato del rey Ciro, que fue publicado en un rollo de pergamino, es una imagen del carácter irrefutable de la Palabra de Dios. Hoy día hay mucha inseguridad en este mundo, pero hay una cosa que es y seguirá siendo siempre segura: la Palabra escrita de Dios. En el Salmo 119:89 dice referente a esto: “Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos”. Existen muchas dudas y preguntas angustiosas, pero hay algo por encima de todo: ¡la eternamente perdurable Palabra de Dios! En Mateo 5:18 Jesús dice: “Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido”. En esta tierra hay mucho sufrimiento y oscuridad, pero hay una cosa que una y otra vez lo traspasa todo con su luz: la inagotable luz de la Palabra de Dios. En el Salmo 119:130 David dice: “La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los simples”. Estas dos palabras, “Escrito está”, resplandecen hoy más que nunca como lo único firme y seguro. Bienaventurado aquel que a esto se aferra.
Por Marcel Malgo