“Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto”.
Génesis 17:1
Abraham ya había estado esperando veinticuatro años al hijo de la promesa. Por lógica, ya no había esperanzas. Y en medio de esta situación desesperada, Dios se le revela como el Dios Todopoderoso –El Shaddai– y lo exhorta a tener un andar perfecto. Después de tantos años de haber esperado la promesa de Dios, ¿no habría tenido Abraham motivo suficiente como para dudar del poder del Señor? Algunos expositores dicen que El Shaddai también quiere decir “todo lo suple”. Dios se revela aquí por primera vez bajo este nombre, como si le quisiera decir a Abraham: ¿No te soy suficiente? Probablemente, no haya habido otro hombre al cual Dios haya probado tanto como a Abraham. Dios le fue quitando todos los apoyos hasta que finalmente su única esperanza fue Dios. Lot había fracasado, Ismael se volvió una desilusión. Ahora su única esperanza era Dios, quien le exhorta a andar delante de Él en perfección. ¿Acaso no lo había hecho ya? Lo que aquí se traduce como “perfecto” podría entenderse como “simple”. Pero la palabra “simple” tiene un dejo negativo. ¿A quién le gusta ser simple? Sin embargo, es lo contrario a ambiguo o discrepante. Dios quiere que andemos delante de Él con un corazón simple, sin dobles intenciones. También en el hebreo actual la palabra aquí utilizada tiene un dejo negativo. Se utiliza para alguien ingenuo, es decir, simple. Sin embargo, es precisamente esto lo que Dios quería de Abraham. Dios busca en sus hijos la simpleza de un niño. También nosotros estamos llamados a andar con un corazón simple delante de aquel que todo lo sabe y que cuida de los suyos, para que confiemos solo en Él.
Por Fredi Winkler